miércoles, 16 de enero de 2013

Esa criatura llamada libro



Escribir un libro. De la famosa triada (árbol, hijo y libro), la del libro es quizá la más difícil. Porque, a diferencia de la titánica empresa que supone criar tras el alumbramiento, la del libro requiere un esfuerzo disciplinado, constante y a veces frustrante, pero siempre y exclusivamente anterior al nacimiento, al feliz acontecimiento de la publicación. Cuando el libro llega al mundo, lo más difícil ya está hecho. La crianza, completada. Y la suerte, echada.

Escribir es un arte integrador, democrático, al alcance de cualquiera, seamos meros lectores o escritores activos. Por eso, para mi, que escribo esta entrada a nuestro querido blog de Fondo de Libros, que escribo en silencio en las noches insomnes, que escribo inacabables e inconexos trozos de mi misma, que escribo en la retaguardia sin saltar nunca a la batalla, envidio a la persona anónima que alumbra y concluye y hasta presenta en sociedad a esa criatura compleja que es un libro.

Prueba de la satisfacción que supone escribir y autoeditarse un libro, es la gran cantidad de autores primerizos que optan por esta vía para darse a conocer. Muchos escritores noveles, centran su primer y ansiado manuscrito en sus propias vidas, por cercanía, por sencillez, por osadía, por facilidad, por evasión, por desahogo, por catarsis pública. Pero para novelar hay que tener imaginación, hay que inventar, hay que tejer, hay que investigar, hay que construir y fantasear en la nada. Esa es la gran dificultad de la publicación de una novela para cualquier escritor que se marca ese objetivo antes de sentarse a teclear.

Valia, la hija del bardo

Bibliocafé es un espacio mixto de impecable imagen, amplio, amable, con un cierto aire burgués por esa modernidad que lo aleja del ambiente bohemio de otros lugares similares más modestos y menudos. Y en un prenavideño 17 de diciembre, junto al Mestalla y la avda. de Aragón, asistimos al bautismo de Valia, la hija del bardo. Encarna Pla Sanz, matrona de profesión, que como ella mismo se define, “no soy escritora, sino una matrona que escribe” edita y presenta un relato sobre el amor y los ideales, sobre las distintas culturas y las distintas lenguas, un viaje que parte del universo británico de esta “anglófila”, como la define Cristina Romero, su valedora, su eterna amiga que la acompaña en Bibliocafé, amiga de mi infancia y razón de ser de esta entrada. En un precioso paralelismo, Cristina, cuyos dos hijos trajo al mundo la matrona presenta el libro de Encarna en este acto a modo de alumbramiento, correspondiéndole en una suerte de bucle del destino.
 
Encarna escribe “Valia…” con dos motivaciones fundamentales, a saber: como justificación para reencontrarse con todo su mundo en el exquisito acto de presentación, unidos al calor de una misma lectura; y para investigar sobre esa pasión que tiene por el lenguaje, por los idiomas, por la comunicación oral. De ahí la figura del bardo, que es rescatada del pasado para que actúe como subliminal hilo conductor de la historia. Aquel que fuera transmisor de la cultura celta y altavoz oral de la época, se cuela transversalmente en las paginas tejiendo la red que hoy día son los mass media, Internet, las redes sociales. El libro de Encarna Pla es un homenaje a ese orador, a los maestros de la palabra, a la revolución de Guttemberg, a las distintas lenguas, a la comunicación eficaz, al entendimiento entre los pueblos y todo ello, personalizado en la reivindicativa, políglota y viajera protagonista.

La novela se lee con facilidad, no sólo por su extensión, sino por su discurso de frases breves, en general de estructura correcta y concisas. Desgrana una historia que llega a enganchar en determinados momentos propiciando un suave suspense; y el tono descriptivo, sin apenas diálogos, le confiere un cariz de cuento, no medieval, pero sí caballeresco por idealista. La autora no se extiende en el dibujo de los personajes, donde echamos de menos un retrato más definido, sobre todo en los que son el eje de la novela, moviéndose mejor en el colorido de ambientes que en la pincelada íntima. Las vivencias de Valia rememoran, en la época actual, la leyenda artúrica: Morgana, Arturo, Ginebra, Merlín.

Según Mauro Guillen, editor del libro, vinculado a Bibliocafé y profesional de la comunicación institucional como director de publicaciones de la Generalitat, lo define como un libro muy trabajado, que empieza y acaba bien. Y, como el mismo dijo, que una amiga edite un libro, es una magnifica ocasión para regalarlos. No dejemos pasar la oportunidad.

Ana Díaz Furió

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