A la ilustrísima Isabel II la lectura le cambió la vida. Llegó a ella por casualidad, algo tarde, y la encontró dentro de un bibliobús estacionado en los jardines del palacio de Buckingham.
Desde ese momento, se entregó a la lectura de forma voraz y apasionada ocupando tiempo de noches y días.
Con este argumento, el dramaturgo inglés Alan Bennet compone una divertidísima y muy breve historia (a penas algo más de 100 páginas) que se lee en un suspiro y se disfruta por los cuatro costados.
El final llega demasiado rápido aunque no de forma precipitada y pilla al lector en medio de una rocambolesca fiesta del té que recuerda un poco a Alicia en el País de las Maravillas.
¡A disfrutad!
Nos seguimos leyendo.
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