martes, 6 de agosto de 2013

El Dialelo de Harry Quebert


Del pintor estadounidense Edward Hopper se han dicho muchas cosas. No soy una experta, pero para mí, nadie como él ha sabido retratar la soledad y el silencio desde una perspectiva tan cinematográfica como fría.

Y quizá por eso, me parece tan acertada la elección de una de sus obras para ilustrar la portada de la novela del verano La verdad sobre el caso Harry Quebert de Joël Dicker.

Hubo un tiempo en el que los buenos libros se convertían en excelentes películas. El cine empleaba un lenguaje propio que en la mayor parte de los casos intentaba no traicionar el espíritu del libro. Recientemente, son las series de televisión las que han ganado cada vez más terreno al cine. Episodios tan cortos como capítulos, un ritmo mucho más trepidante en pocos minutos y series con argumentos a veces muy intensos y breves.Otras con hilos argumentales muy largos pero sin dejar caer esa sensación de "no hay mañana" de vida aprovechada al límite.

Y este libro ha hecho todo esto. Ha empleado el lenguaje visual de una serie televisiva de las de hoy, ha embutido en capítulos descendentes toda una trama aparentemente compleja que se relata una y otra vez desde el principio al final desde la voz de distintos personajes que van aportando pequeñas pinceladas y que al final, sólo al final, ofrecen una visión de conjunto completa.

Esta serie de círculos y círculos sin fin que se completan, se solapan y se entrecruzan en diferentes momentos del tiempo y mantienen al lector pegado al texto como al serie adicto expectante por conocer qué giro inesperado encontrará en el siguiente episodio. No se puede decir que esté mal llevado, hace falta cierta habilidad para lograr mantener al lector en el punto álgido durante tanto tiempo, sin embargo, algo más de 500 páginas quizá sean demasiadas para tanta voltereta y estar siempre en la cima al final resulta algo cansado.

No voy a ser yo la única que no lo recomiende. No cabe duda, es un buen libro para el verano, es interesante que el reflejo (las series o el cine) se hayan convertido en el objeto al que mira la literatura y no al revés como siempre. Beber de Psicosis o de series como The Killing y hacerlo bien, tiene su mérito, qué duda cabe. Pero también demuestra buen oficio el escritor que sabe dónde hay que poner el punto final.

Nos seguimos leyendo.


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